Hay escritores que han logrado un éxito inusitado no tanto por su calidad literaria, sino más bien por su manera de conectar con el público. Hace ya tiempo que la “alta literatura” se separó de los best sellers comerciales. En estos últimos, libros que venden millones de ejemplares en todo el mundo, podemos encontrar retazos de calidad. Pero ni mucho menos son comparables a las grandes obras de la literatura, que desarrollan temas importantes de una manera única y especial. Los personajes de esos libros superventas suelen ser muy clichés, sencillos y vistos ya mil veces. Las historias se repiten hasta la saciedad, porque aunque son previsibles, hacen sentir seguros a los lectores. Ellos, en su mayoría, no buscan una obra profunda que les haga reflexionar y quedarse con cierto sentimiento tras terminarla. Solo quieren pasar el rato, olvidarse de lo que hay en sus vidas y relajarse mientras se sienten satisfechos por leer en lugar de estar mirando la pantalla del móvil.
Sin embargo, hay autores que han logrado vender millones de libros con historias diferentes, alternativas, profundas, con alma. Paulo Coelho es uno de los autores no anglosajones más populares del mundo, y un referente para muchos. Obras como El Camino o El Alquimista suelen incluirse entre los libros favoritos de muchos lectores. Y sí, es cierto que la crítica tiende a odiarle, a calificarlo de petulante y melifluo, pero su éxito arrollador en las librerías es incontestable. Y además, Coelho ha conseguido algo complejo, y es vender mucho siendo fiel a su propio estilo, haciendo algo que nadie más hace. Tampoco ha necesitado de grandes adaptaciones cinematográficas para lograr darse a conocer en todo el mundo, y hacer que sus libros sean traducidos a más de cincuenta idiomas. A pesar de no contar con el apoyo de los críticos, está claro que el brasileño va a pasar a la historia como uno de los escritores más exitosos del cambio de siglo, y algunas de sus obras seguirán estando entre las más vendidas. Once Minutos, la novela de la que hablaremos hoy, es un libro diferente en el que Coelho se sumerge en el complejo mundo de la prostitución de la mano de María, un personaje inolvidable.
Un autor muy reconocido
Paulo Coelho es sin duda el escritor brasileño más popular de nuestro tiempo. De hecho, es también el escritor más seguido en redes sociales, una rara avis para un hombre que cuenta ya con casi ochenta años, y que nunca ha sido amante de la tecnología punta. Coelho nació en Río de Janeiro, en el seno de una familia acomodada. Su educación católica también influyó mucho en su manera de escribir y de ver la vida, como ha demostrado en la mayoría de sus novelas. Comenzó escribiendo pequeños relatos, también poemas, y ha lanzado más de una treintena de novelas y libros de todo tipo. También ha escrito para teatro, e incluso letras de canciones para artistas brasileñas. Es columnista en medios de todo el mundo, y ha logrado vender más de 350 millones de ejemplares en todo el mundo, traduciéndose sus obras a 88 idiomas.
La historia de Once Minutos
Once minutos es una novela que aparece en el año 2003, cuando Coelho ya era conocido mundialmente. Se trata de un relato intimista, escrito en forma de diario, por una chica brasileña llamada María. La joven nació en una familia humilde de Río, y tras un desengaño amoroso, decide aprender a manipular a los hombres y olvidarse del amor real. Así se marcha a Suiza para buscar un futuro mejor, pero se topa con la dura realidad. No hay trabajos dignos para una chica como ella, sin experiencia y sin apenas idiomas. Baila samba en un local, termina de camarera, pero nada de eso la satisface. Hasta que un día, un millonario árabe le ofrece 1.000 francos por una noche de place. Ella acepta, y gana encantada ese dinero fácil, entendiendo que puede convertir aquello en su forma de vida.
Tras entrar a trabajar en uno de los burdeles más exclusivos de Ginebra, María nos va desvelando los secretos de la prostitución. Gracias a la ayuda de sus compañeras y de su jefe, que es como un padre para las chicas, María se vuelve una prostituta de alto standing, sofisticada y elegante. Ayuda a los hombres no solo con el sexo, sino también con sus problemas, ya que es una chica muy empática. No se enamora, no permite que los sentimientos nublen su razón ni se interpongan en su trabajo. Hasta que conoce a un desaliñado pero atractivo pintor llamado Ralf, y entiende que una no puede cerrarse al amor para siempre.
La visión de la prostitución
En este relato, Coelho se adentra en el mundo de la prostitución, que a día de hoy sigue siendo un tabú para muchos. El trabajo sexual ha existido desde siempre, porque ha habido una gran demanda, especialmente por parte de los hombres, a la hora de encontrar a mujeres con las que tener sexo a cambio de dinero. Esa demanda persiste aun hoy, y son muchas las chicas que, como María, terminan optando por vender su cuerpo de esta manera, como una alternativa para ganar dinero fácil. La prostitución es un gran problema en Brasil, donde muchas chicas jóvenes, incluso menores, comienzan a realizar estos servicios para sobrevivir. En el caso de la protagonista, ella se muda a Ginebra, en Suiza, donde acaba en un burdel por necesidad, pero también por voluntad propia, sabiendo que puede triunfar en ese negocio.
La visión que Coelho hace del mundo del sexo de pago es bastante ambigua. María es vista como un personaje dañado, rota por el amor que un día no pudo complacer, y que ahora se niega a repetir. A través del sexo, ella encuentra otra vía para disfrutar y ganarse la vida. Pero el encuentro con el pintor cambia su perspectiva, descubriendo que por más que queramos cerrarnos a ello, el amor termina siendo más fuerte. El burdel donde trabaja María es un lugar elegante, donde las chicas además se sienten seguras gracias a Milán, el dueño del lugar. El dilema moral sobre entregarse al placer con otros hombres a cambio de dinero sigue estando ahí, pero los sentimientos y emociones de María quedan por encima.
¿Se romantiza el trabajo sexual?
Esta novela provocó una gran polémica en su día, ya que muchos acusaron a Coelho de romantizar la prostitución. Es cierto que la visión que da el brasileño de este negocio, sobre todo la del burdel, parece irreal. Como si las chicas que decidieran trabajar como prostitutas lo hicieran siempre por propia voluntad y contaran con el apoyo de sus proxenetas. Algo que ya sabemos que no ocurre nunca, porque al fin y al cabo, es un negocio ilegal en muchas partes del mundo. Coelho siempre se ha defendido arguyendo que, antes de que la religión implicara su moral sexual, la prostitución sagrada era un honor para las mujeres que se dedicaban a ella. El amor, el sexo y las relaciones se entretejen en la historia de María, que sigue siendo un éxito a día de hoy, veinte años después de salir a la venta.